One minute more - Hugo D'Fiamma -

Ethan se encontraba emocionado ¿Cuánto tenía que no miraba a su amigo? Tres, cuatro semanas quizá, pero Hugo era su mejor amigo, era su hermano. Desde el momento en el que nos habían asignado a la casa nos hablamos, y esa amistad creció tanto que al día de hoy podía considerarlo como parte de su familia. Se intentó poner una playera que no estuviera tan sucia ya que no se encontraba en la escuela y en casa no había quien le aseara la ropa por lo que solo tenía el montón arrumbado en uno de los rincones de su habitación. Había perdido un permiso para poder ver a su amigo, y aunque necesitase el dinero, el verlo era algo que era mucho más valioso. Después de darle un beso de despedida a su abuela y tomar unos cuantos dulces de mantequilla de la alacena de su casa desapareció del barrio muggle en el que vivía para aparecer en Hogsmeade, lugar donde se encontraría con Hugo. El poder utilizar la magia y olvidarse de la escoba era algo de lo que iba a estar agradecido por siempre, en primer lugar porque le tenía pavor a las alturas, no podía evitar el estar mirando constantemente hacia el suelo y eso hacía que sus viajes en escoba fueran lentos, llenos de turbulencias y con un dolor cuerpo horribles; y en segundo lugar porque siempre era un fastidio estar volando en el mundo muggle sin necesitar hechizos para que nadie lo viera. Así que si, el desaparecer era un regalo divino para Ethan.

Camino por varias calles con una sonrisa enorme en el rostro, era genial poder estar de nuevo en su mundo, en donde ver cosas flotantes y personas con sombreros de punta no era algo extraño, esto, esto era su hogar. No podía evitar dejar de mirar a todas esas brujitas hermosas que se encontraba y admirar los hermosos cuerpos que los dioses les habían otorgado, y más gracias les daba por dejar que él las mirara. Pero ya tenía un compromiso, podría estar de pesca cualquier otro día, así que sin más se dirigió hacia Cabeza de Puerco, no era un lugar tan limpio o concurrido, pero el lugar ideal para Ethan en estos momentos, quería pasar un buen rato con su amigo, evitar cualquier pelea con algún purista enfermo mental y regresar sin problemas a su casa.

Entro sin problemas y se dirigió a una de las mesas del fondo, aun no llegaba Hugo, pero no iba a estarlo esperando
parado, se sentó sin gracia alguna y recargo su cabeza sobre la vieja mesa. El agotamiento había llegado a Ethan de repente, el estar trabajando todo el día de pie era algo agotador y sin poderlo evitar cerró los ojos abrazando los brazos de Morfeo sin que algo o alguien lo pudiesen evitar.

Hugo no odiaba las vacaciones en absoluto, tendría tiempo libre, estaría con su familia y demás, pero no le gustaba tener que estar casi tres meses sin ver a sus amigos, eso si no quedaba con ellos, claro estaba. Pero Hugo no era tonto y siempre trataba de quedar con algunos de ellos en el mundo mágico, ya sea en Hogsmeade o en el Callejón Diagon, pero esta vez tocaba ir a Hogsmeade, lugar dónde vería a Ethan. ¿Que decir de Ethan? ¡Ah, si! Es el mejor amigo indiscutible de Hugo, son como hermanos e inseparables, desde el instante en que se conocieron y fueron a la misma casa siempre han ido juntos, incluso en sus días de bromas a otros magos de Hogwarts, aunque de vez en cuando se separaban para ir a su bola.

De todas maneras, Hugo iba tarde, se había entretenido jugando con su hermano pequeño y para colmo todavía no se había cambiado, el pobre seguía con el pijama. Subió corriendo las escaleras hasta llegar a su habitación dónde empezó a desordenar todo el armario sacando pantalones piratas de cuadros, tejanos, etc. Así como camisetas y tirantes, pero no podía perder más el tiempo. Pilló unos pantalones largos negros acompañado de unos tirantes blancos con un estampado de cuadros negros. No era muy fanático de la moda y esperaba ver como ésta evolucionaba a grandes pasos. Se peinó rápidamente y salió de su casa, aunque no sin antes despedirse de su madre con un beso y una pequeña colleja a su hermano pequeño.

Pasó del mundo muggle a estar en una de las calles de Hogsmeade, algo lógico sabiendo que habían quedado allí, de todas maneras Hugo caminó por las calles con una sonrisa que nadie podía quitarle, al menos de momento, habían muchas personas, especialmente chicas y aunque muchas le llamaron la atención al tejón, éste se limitó a pasar de ellas, tenía varios motivos para hacer aquello, el primero es que ya llegaba tarde. Entró en el local de Cabeza de Puerco, no era precisamente el lugar mas cómodo y limpio de la zona, pero era lo mejor si querían evitar a los puristas o incluso a las sarcásticas serpientes que buscaban la diversión metiéndose con los demás. Una vez dentro del pub, localizó fácilmente a Ethan, quién parecía estar abrazado a algo o alguien, aquello hizo que una escueta pero notable risa saliera de los labios de Hugo.

— No sabía que te gustaban estas cosas. — Bromeó al ver a su amigo de aquella manera, se sentó en la silla libre de aquella mesa, seguía sin acostumbrarse a ir allí, prefería Las Tres Escobas, aunque siendo sinceros, ¿quién no? Hugo puso los ojos en blanco y suspiró recargando su espalda en la silla y echándose hacía atrás para columpiarse un poco, esperaba no escuchar el crack y caerse de culo al suelo porque aquella madera se rompiera, que era probable de lo vieja que era.

No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, recargado en esa vieja mesa en donde estaba seguro que existían más moléculas de polvo que en todo el Reino Unido; pero el pequeño sueño que estaba tomando me estaba sabiendo a gloria, tenía mucho tiempo que no estaba en un lugar tranquilo y callado, siempre me encontraba rodeado de gente y con el molesto sonido del scanner al pasar los productos en él, todo el día escuchando ese maldito sonido. Y ahora al estar en Cabeza de Puerco un lugar que era más desierto que el Sahara hizo que descansara plácidamente, o al menos lo hacía hasta que escucho la voz tan familiar de Hugo, acompañada con una risa burlona hacia mi persona. – Ya sabes que no puedo dejar ir a nadie con vida, esta mesa no sería la excepción. – dije aguantando la risa con un tono seductor exageradamente fingido.

Me estire un poco y bostece sonoramente antes de darle la mano a mi amigo, solo chocábamos nuestras manos al saludarnos, no teníamos un saludo especial haciendo brincos y estupideces como veíamos hacerlo a otros chavos. – ¡No lo puedo creer Hugo, estas más feo de cómo te recordaba! – dije haciendo cara de horror aunque al final no pude evitar soltar la risa burlona que estaba aguantando. – ¡Creía que nunca te volvería a ver! En cada carta me decías que estabas ocupado… ¿Tienes una nueva conquista de la que yo no sepa? ¿O es que por fin  Goyle te hizo caso?– pregunte lleno de curiosidad, y envidia. – No puede ser que estés teniendo una mejor suerte con las chicas que yo, el trabajar me está quitando el estilo de conquistador, solo veo a viejitas bro. Hoy creía estar en el cielo al mirar a tantas chicas de nuestra edad. – mencione con una fingida cara de tristeza. ¡Por Merlín! Parecía niña hablando con Hugo, lo había extrañado y ahora que estaba con él me daba cuenta de eso… claro que nunca lo diría,  nuestra amistad era lo bastante fuerte para no decir esas cosas, pero sentirlas de corazón.

Levante mi mano y solté un chiflido para atraer la atención del anciano, que a pesar de mirarme con mala cara se acerco para preguntar qué era lo que deseábamos. – Yo una cerveza de mantequilla solamente ¿Tu Hugo? – pregunte esperando que su respuesta fuera rápida porque moría de sed.