¿Y tú, qué haces por aquí? (Remus)

Remus Lupin nunca había disfrutado demasiado a las criaturas mágicas y viceversa, más bien había un repele evidente entre ambas partes, algunas huían en cuanto Remus se encontraba cerca y muchas otras simplemente gruñian, muchas personas no llegaban a comprender aquello del todo, pues Remus se veía tan agradable y tan afine a muchas cosas que el suponer que tendría tacto con criatruas era un tanto obvio, la sorpesa llegaba cuando aquello no sucedía así y casi nadie podía evitar mirar con una duda magistral a Lupin, el cual intentando contener las sonoras carcajadas se limitaba a encogerse de hombros.

Pero aquella historia no era la razón por la cual se encontraba en aquel local, no tenía un deseo de aprender a domar criaturas y mucho menos pensapa interesarse en ellas, si no que estaba allí en aquellos momentos por petición de Peter, así es su pequeño amigo le había insistido tanto en que consiguese algunos aditamentos para su mascota en lo que él se encontraba de vacaciones con su familia, que Remus no había podido negarse, dificilmente lo hacía cuando sus amigos llegaban a pedirle favores, era bastante blando para ello.

Los olores que recibieron a Lupin dentro del establecimiento hicieron que este frunciera el ceño casi sin notarlo, nunca había sido tolerante a ningún tipo de aroma y aquella situación no era la excepción a ninguna, tomó aquello que necesitaba mientras observaba a la dependienta con una media sonrisa esperando a que terminase su relato acerca de ciertos sapos que había encontrado tiempo atrás y le entregó las monedas procurando salir lo más rápido que pudiese del lugar.

Caminó con rápidez hacia la puerta mirando hacia atrás todavía agradeciendo a la mujer que se había entretenido ya con alguien más, el empujón llegó de sorpresa y por inercía intentó atrapar a aquel con quien había chocado, pues a pesar de no tener un cuerpo atlético y mucho menos musculoso, sabía que de cierta forma un metro ochenta contra la que suponía era una joven de menor estatura, la última mencionada tendría una clara desventaja.

Una sonrisa asomó de sus labios al escuchar la voz nerviosa de su compañera de estudios, era quizá la primera vez que hablaba de forma tan atropellada, una carcajada salió de sus labios y negó repetidamente con la cabeza sin perder la sonrisa — Hola Emmeline — saludo entre risas pasando una mano por el enmarañado cabello castaño — Vine a hacerle un favor a Peter— comentó encogíendose de hombros — No te preocupes, si te hace sentir mejor tampoco te había visto — le guiñó un ojo divertido.

El toparse con Remus Lupin era... inusual. No exactamente extraño, pero tampoco una ocurrencia que pudiera ser considerada como normal. Después de todo aunque compartían unos cuantos amigos en común, seguían perteneciendo a diferentes casas, y aunque llevaban ya tiempo de conocerse nunca habían pasado tiempo juntos sin la presencia de, por ejemplo, Marlene.

Eso, sin embargo, no significaba que el león castaño de temple naturalmente apacible y sereno no fuera de su agrado. De hecho, lo prefería con creces al mayor de los Black, cuya reputación como playboy lo precedía. No que ese fuera ningún asunto suyo. Además, Remus siempre se había mostrado amable con ella, simpático incluso. Como ahora, a pesar de que Emmeline prácticamente se había estampado contra él por un tonto descuido.

Esbozó una pequeña sonrisa en agradecimiento, escuchándolo con atención y exclamando un suave “Hmm, ya veo” ante su explicación de por qué estaba aquí. Habiendo recuperado su compostura habitual y disfrutando de la compañía del castaño, quien verdaderamente no parecía tenerle ningún rencor tras el accidente. Eso le permitió relajarse y hacer de lado su timidez.

—Gracias —río ante sus palabras, haciendo un gesto con la cabeza—. Sí me hace sentir mejor. Aunque eso en realidad, no es tan extraño. A veces es un poco difícil destacar cuando estas junto a una bruja tan habilidosa como Dorcas, o al lado de la melena dorada de Marlene. Supongo que crecer unos cuantos centímetros tampoco me vendría mal —bromeó, maniobrando el contenedor de Elizabeth entre sus brazos, en un intento de tranquilizarla. De repente la medio-Kneazle estaba particularmente inquieta.

Em la mando callar con un “shh”, aunque viniendo de ella probablemente no se veía muy intimidante. Alzó la mirada entonces, sus ojos cruzándose nuevamente con los de Remus.

—Um, si no es mucho pedir, ¿crees que podrías ayudarme? —preguntó— Sé que justo acabas de salir, pero tengo que renovar las licencias de Elizabeth, tal vez hacer que le apliquen alguna que otra vacuna, y siempre se pone algo difícil —como para corroborar el comentario anterior de su dueña, la medio-Kneazle gruñó audible—. ¡Elizabeth! —la reprendió por enésima vez, volviéndose hacia el joven Lupin, apenada, hundiendo su rostro en el cuello de su suéter disimuladamente para ocultar sus mejillas sonrojadas— Juro por Merlín que por lo general se porta mejor que esto.

Emmeline siempre le había parecido una persona interesante, nunca había conversado a solas con ella, pues la mayoría de las veces Marlene o inclusive Lily fungían como intermediarias, lo cuál limitaba mucho una conversación, no por que el castaño fuese en extremo reservado o no quisiera darse la oportunidad de conocerle en un plano un poco más personal lejos de charlas sobre Quidditch o de asignaturas, si no más bien siempre le había dado la impresión de que Vance no era de aquellas de brindar gran conversación a completos extraños.

Una sonrisa asomó por su rostro y negó con la cabeza repetidamente, no lo diría en voz alta, pero sentía que Emmeline realmente se daba a notar, quizá no tuviese la misma soltura que Marlene o no fuese tan lista como Dorcas, pero algo en ella destacaba, quizá Remus siempre había sentido curiosidad por las personas silenciosas, pero la joven inspiraba cierta curiosidad en él, y es que la lógica de Lupin se basaba en el hecho de que alguien era interesante si resultaba agradable para sus amigos, requisitos que la joven llenaba a la perfección — Creo que tu altura es bastante buena — comenzó con una suave risa — A veces la altura es algo tediosa, solamente ayer he chocado con dos marcos de puerta — quiso aligerar el ambiente al tiempo que su sonrisa destacaba en su rostro, nunca había sido mucho de socializar y ciertamente no era bueno intentando realizar chistes, por lo cual aveces su conversación era un tanto sosa.

Una carcajada salió de sus labios y asintió con la cabeza de manera lenta, no tenía absolutamente nada que hacer y podría soportar el olor de la tienda por un par de minutos más, carraspeó ligeramente y se apresuró a sostener la puerta abierta para que Emmeline pasara — ¿Necesitas ayuda con la jaula? — preguntó medio sonriendo mirando con curiosidad dentro de la misma, por lo poco que había estudiado, y más bien había leído para ayudar a Peter nada más, sabía que aquellas criaturas eran bastante quisquillosas, por lo cual a pesar de haber miles de argumentos acerca del por qué eran excelentes mascotas, Lupin no se creía ni la mitad de uno — ¿Elizabeth? Bonito nombre — comentó regresando su mirada a la joven — Interesante elección de mascota Em — comentó encogiéndose ligeramente de hombros — ¿O será que no soy hábil con ninguna clase de criatura? — una risa salió de sus labios.