Puristas sueltos {Regulus Black}

Necesitaba salir de aquel sumidero de enfado y ganas de estrangular a alguien que era su casa.

Días atrás había enviado una lechuza a uno de sus amigos con aquel propósito y la respuesta había llegado pronto, escueta y con todo decidido ya: quedarían en las Tres Escobas. Así que dispuesto a perder de vista a sus padres y al pobre elfo doméstico que parecía estar volviéndose loco por minutos entre tanta orden, Regulus puso rumbo a la chimenea para aparecer en las Tres Escobas. Si había algo que no soportase el chico era, precisamente, tener que meterse dentro de una chimenea, con el hollín y la mierda que en ellas se solía acumular, pero para su desgracia aún no sabía aparecerse y mucho menos se le permitía realizar magia fuera del colegio. La vida era un asco.

El Slytherin se sacudió el polvo de encima de la manera mas digna que sabía -y no era poco- mientras salía de la chimenea. ¿Tanto costaba tener a un elfo doméstico limpiándolas día y noche? O a un muggle, que para el caso podían tener perfectamente la misma función. Quejas a parte, Regulus no tardó en dar con la persona con quien había quedado, pero para su desgracia esta no se quedó tanto tiempo como él había esperado y cerca de media hora después ya se estaba marchando dejando al buscador con la bebida a medio terminar. No se marchó, prefería quedarse allí contando ladrillos que volver a escuchar a su padre despotricar contra todo bicho viviente.

Aquel debió de ser su día de suerte, pues Charles Mulciber acababa de hacer acto de presencia y, para bien o para mal, aquello significaba que por lo menos alguien le daría conversación. Y así fue.

— Cuánto tiempo, Mulciber — saludó con tono monocorde el menor, que a esas alturas ya estaba más aburrido que un boggart en un cumpleaños, y se le notaba en la voz — ¿Qué es lo que te trae por aquí? Y lo que es más inquietante, ¿por qué has llegado solo? — después de seis años compartiendo sala común Regulus podría haber jurado por Merlín que aquel chico rara vez caminaba solo, ya fuera porque siempre tenía a Avery y a Snape a su lado o porque tuviese a una tía bajo el brazo.

Sonrió de medio lado, con suficiencia, como casi siempre que escuchaba a la gente quejarse del colegio. Como si estar allí los consumiera poco a poco. Para él no era algo tan malo; tenía cerca de nueve meses para hacer prácticamente lo que le diera la gana -siempre teniendo cuidado de no ser pillado si infringía las normas- y también tenía el quidditch, no había de qué quejarse, más aún si tenía en cuenta que aún no se le permitía hacer magia fuera del periodo escolar. La única queja que Regulus podía poner al encierro, como Mulciber lo llamaba, era la convivencia con seres inferiores a él creyéndose a su mismo nivel, como si aquello pudiese ser posible — Con esa filosofía de vida no vas a llegar muy lejos — incitó, y eso que pretendía tener la fiesta en paz con el Slytherin.

Dudó sobre contestar o no a la pregunta de Mulciber, después de todo a él no le interesaba en absoluto el motivo por el que había ido a parar allí y el que lo supiera podría ser peor que dejarlo sin saber. Por lo que finalmente optó por fingir que no lo había escuchado. Aquello no era lo que le habían enseñado y si su madre hubiera estado allí se habría ganado una mirada de aquellas que eran capaces de dejar a un centauro fuera de combate; pero por suerte su madre no estaba en aquel lugar y su interlocutor tenía la desgracia de haber pasado las horas suficientes con el moreno como para tener que tragarse aquellos desaires que Regulus se permitía de vez en cuando.

El chico se giró para mirar hacia donde le indicaba Mulciber, tampoco era nada del otro mundo, había visto a chicas colgadas de los brazos del Slytherin con mejor físico; por lo que no le prestó mucha más atención, a diferencia del guardián él sí que intuía que por sus venas no corría una sangre tan limpia como la de ambos — De momento no quiero nada, pero gracias — se disculpó el moreno. Ya se había tomado un par de bebidas antes y no tenía ninguna intención de pedir una cerveza de mantequilla, siempre le había parecido una bebida vulgar.

— Dudo que lo sea, no la he visto en mi vida — Regulus se había tragado reuniones con familias sangre pura como para compensar seis vidas, estaba seguro de que si aquella chica tuviera algo de pureza en su sangre, aunque fuese una parte ínfima, él lo sabría —. Seguramente sea otra mestiza — como casi toda la comunidad mágica.

Regulus tenía algo. No sabía muy bien qué. Pero tenía algo que no acababa de caerle en gracia a Charles. Por eso, quizás, no había entrado en el grupo junto con Severus y Marcus. Aunque tampoco sabía explicar muy bien el porqué. Aunque una de las razones era esa contestación que le dio. Charles lo miró como si quisiera asesinarlo con tan solo una mirada. ¿Cómo osaba decirle eso? - Soy un Mulciber, llegaré hasta donde quiera - De eso no tenía la menor duda y sabía que con tan solo nombrar su apellido las puertas de cualquier lugar se abrirían para él. Sino, simplemente las echaría abajo como sus padres le habían enseñado. Pero aquél día estaba de buen humor, e intentaría no discutir con Regulus. La cosa es si el Black se lo pondría difícil. Pues Charles no era persona de contenderse dos veces.

Miró nuevamente a la morena. Fue escuchar la palabra "mestiza" de los labios de Regulus y cambiar la cara de Charles. Dedicó una última mirada de desprecio a la susodicha y volvió a centrar su atención en su improvisado acompañante. Quizás tuviera razón. No le sonaba su rostro de haber acudido a ninguna reunión de puristas. Pero tenía que reconocer que Charles para las caras era bastante despistado. - Tienen las horas contadas - Terminó diciendo el moreno sin pretender seguir con la conversación. Estaba de buen humor y no quería cabrearse y ponerse a pensar la cantidad de impuros que podría haber compartiendo local con ellos. - Cambiando de tema, mi último año y Slytherin tiene que ganar la copa, así que ya puedes ponerte las pilas -Le ordenó más bien, a Black mientras posaba una de sus manos sobre el hombro del chico para hacerle más hincapié en lo que le estaba diciendo.

Regulus no dijo nada, que siguiera pensando que su apellido podría llegar todo lo lejos que quisiera, él sabía que había barreras que un Mulciber no podía superar, a diferencia de su familia, y quería estar presente el día que se diese cuenta de que todo en la vida no era solo un apellido. Hecho del que Regulus empezaba a estar ya cansado, a los ojos de la mayor parte de la sociedad purista él no era Regulus Arcturus Black, no, era el menor de los Black, el hijo de Orion. Y ya lo decía su nombre, él era el pequeño rey, quería destacar por sus propios actos no por una impecable historia familiar, aunque para ello por el momento tuviese que escudarse por el momento bajo el amparo de su apellido.

Aquel comentario le sentó al menor de los Black como una patada que hacia diana perfecta en su ego. Odiaba que dudasen de él, pero sobre todo detestaba que fuese precisamente Charles Mulciber quien se metiera con su persona, no tenía una razón concreta, simplemente había sido así siempre. Quizá el motivo más aproximado era el que su compañero se considerase su igual, o incluso a veces su superior — Esperemos que nuestro guardián cumpla bien su función, no todo es atrapar la snitch si nuestra portería parece un colador — gruñó a la defensiva. Regulus era de aquellas personas que según cómo le fueran llegando las cosas decía que ser el buscador era el trabajo más importante del equipo o todo lo contrario. El caso era salir airoso, aunque perdía puntos cuando tenía que recurrir a ambos argumentos en una misma conversación —No te confundas, no contemplo esta opción, pero ¿y si no ganamos? — cosa que no iba a ocurrir — ¿Repetirás para poder marcharte con la cabeza alta y decir que te graduaste perteneciendo a la casa campeona de ese año? — se mofó el Slytherin. No tenía muy claro qué sería peor para Charles, si repetir o no ganar la copa, y lo quería averiguar.

¿Qué eran un par de goles comparados con los puntos que proporcionaba capturar la snitch. Obviamente nada. Negó con la cabeza y se echó las manos al cabello, más para peinárselo que para otra cosa. Debía de cortárselo, ya lo tenía demasiado largo para su gusto y le empezaba a molestar el flequillo. El Slytherin respiró hondo y miró nuevamente al otro Slytherin, no sin antes dar un nuevo sorbo a su cerveza de mantequilla. - Nunca ha sido un colador, no lo será este año - Guiñó un ojo a su compañero de equipo y de casa. Charles sabía de lo que era capaz y en los años en los que había sido el guardián su portería había sido casi inexpugnable. Bueno, casi siempre. La serpiente rodeó la sala con sus ojos, la taberna comenzaba a llenarse, quizás había llegado la hora de descanso de los locales cercanos. Charles no pudo más que echarse a reír ante el siguiente comentario del moreno. ¿Repetir por perder? Ni loco. ¿Qué tenía Black por la cabeza? No pasaría un año más en aquella cárcel por nada del mundo. Aunque obviamente tampoco contemplaba el no ganar la copa aquél año. Si hacía falta hablaría con la capitana para poner más horas de entrenamiento aunque estaba seguro que no haría falta dicha conversación. - No vamos a fallar - Negó nuevamente esta vez controlando su risa. Incluso algunas lagrimitas se le habían saltado de los ojos ante la tal absurda opción de Black. - Y no, no repetiría, tengo mejores planes para cuando salga del colegio - Como unirse a los mortífagos por ejemplo, para ello ya se había estado preparando. Era bastante bueno en pociones y en las Artes Oscuras y haría lo necesario para entrar a las filas del Señor Tenebroso. Pues ¿qué era una copa de la casa comparado con pertenecer a los mortífagos?