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What Could You Know? — Ethan Bell.
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What Could You Know? — Ethan Bell.
Llevaba buena parte de la tarde vagando por Hogsmeade por el simple hecho de evitar llegar a su casa, había tenido que soportar durante todo el verano las largas letanías de su madre acerca de como era inaceptable que una señorita de su clase prefiriese pasar el tiempo sudorosa y llena de tierra a charlando con gente que tenía los apellidos más importantes del mundo mágico, Emma se limitó a poner los ojos en blanco y mantener la boca cerrada si no quería recibir una bofetada cómo la última vez que se había atrevido a responder uno de los argumentos de su madre, no era que no respetase sus ideas, pero había encontrado una especie de liberación en el Quidditch y no iba a dejarlo solamente por que no encajaba en el plan de su madre acerca de la hija perfecta, soportó un par de horas más antes de rendirse y salir por la puerta de la manera más inapropiada que había usado durante todo el verano, y lo lamentaría en cuanto llegase a casa, de eso estaba segura, y de igual manera aquello era razón suficiente para permanecer fuera de casa al menos hasta que su madre no fuera capaz de utilizar maleficios en ella.
Lo cierto era, que aunque no hubiese estado en casa la mayor parte de la tarde, todavía se encontraba pensando en todo lo sucedido desde su llegada, los ideales puristas habían sido parte de la conversación mucho más que otros años y temía que sus padres esperaran algo de ella que realmente no pudiera darles, por supuesto había relatado las veces que había hecho llorar a niñas de cursos inferiores gracias a los comentarios cargados de veneno, y no negó el hecho de haberlo disfrutado, hasta aquel momento en el que el pecho de su padre se infló de orgullo y las palabras "Aquellos sangre sucia tienen lo que se merecen" salieron de sus labios cayó en cuenta de lo serio de la situación, aquello no era un juego escolar en el que Emma pudiese demostrar un poder mayor al de aquellas chicas, era un ideal que se solidificaba cada día más, y nunca lo admitiría en voz alta, pero eso le aterraba.
Finalmente salió de Tiros Largos con dos paquetes de un tamaño considerable, al estar tan ensimismada en sus pensamientos no agradeció al dependiente, lo cuál no le preocupó realmente, pues debían estar acostumbrados a aquel tipo de trato por parte de su familia, pero por vez primera inclusive llegó a sentirse culpable de que un gracias no salió de sus labios, entre sus pensamientos y aquellos paquetes que tapaban gran parte de su vista, Vanity no cayó en cuenta que el pie se le había atorado en una grieta y calló con poca gracia al suelo, se quedó allí durante unos cuantos segundos girando la cabeza de un lado a otro esperando que nadie lo hubiese notado — ¡Por Merlín! — siseó molesta —Esto era lo único que me faltaba —.
Lo cierto era, que aunque no hubiese estado en casa la mayor parte de la tarde, todavía se encontraba pensando en todo lo sucedido desde su llegada, los ideales puristas habían sido parte de la conversación mucho más que otros años y temía que sus padres esperaran algo de ella que realmente no pudiera darles, por supuesto había relatado las veces que había hecho llorar a niñas de cursos inferiores gracias a los comentarios cargados de veneno, y no negó el hecho de haberlo disfrutado, hasta aquel momento en el que el pecho de su padre se infló de orgullo y las palabras "Aquellos sangre sucia tienen lo que se merecen" salieron de sus labios cayó en cuenta de lo serio de la situación, aquello no era un juego escolar en el que Emma pudiese demostrar un poder mayor al de aquellas chicas, era un ideal que se solidificaba cada día más, y nunca lo admitiría en voz alta, pero eso le aterraba.
Finalmente salió de Tiros Largos con dos paquetes de un tamaño considerable, al estar tan ensimismada en sus pensamientos no agradeció al dependiente, lo cuál no le preocupó realmente, pues debían estar acostumbrados a aquel tipo de trato por parte de su familia, pero por vez primera inclusive llegó a sentirse culpable de que un gracias no salió de sus labios, entre sus pensamientos y aquellos paquetes que tapaban gran parte de su vista, Vanity no cayó en cuenta que el pie se le había atorado en una grieta y calló con poca gracia al suelo, se quedó allí durante unos cuantos segundos girando la cabeza de un lado a otro esperando que nadie lo hubiese notado — ¡Por Merlín! — siseó molesta —Esto era lo único que me faltaba —.
Emma G. Vanity- Estudiante de Slytherin
Re: What Could You Know? — Ethan Bell.
Nuevamente había estado distraído en casa, más de lo acostumbrado, y ya había llegado el punto en el que mi madre y mi abuela lo habían notado. La cuestión es que no estaba distraído, estaba –aunque algunas personas no lo creyeran- pensando demasiado, habían estado ocurriendo cosas muy sombrías y tenebrosas para las personas como yo, hijos de muggles, sangre sucias, impuros, personas que no merecíamos vivir ni existir, según los puristas. Esta situación se estaba agravando mucho, ya no eran los insultos que recibía en la escuela una y otra vez por Slytherins y puristas, ya eran noticias de torturas y desapariciones en El profeta. Nunca le había mencionado nada de eso a mi madre y mucho menos a mi abuela, pero las cosas estaban llegando a tal grado en el que no solo temía por mi seguridad, si no por la de mi familia también. Personalmente nunca me había agradado estarme lamentando por mi situación, o pensar demasiado en ello, ya que no era problema mío, yo en ningún momento había decidido ser mago, era un don que Dios me había otorgado y del cual estaba m muy orgulloso, mi madre era feliz y yo también lo era, por lo que antes lo tenía sin cuidado lo que pensaran los demás… antes.
Había decidido salir de mi casa para no preocupar a mis mujeres más, me había acercado a uno de los callejones cercanos a mi casa para poder desaparecer sin que ningún muggle lo notara, si, desaparecer, porque a pesar de que tenía una escoba en casa– de segunda mano– modesta y rudimentaria, nunca había sido muy bueno montando en la escoba, siempre terminaba mareado, vomitando o con turbulencias innecesarias para mi corazón asustadizo de las alturas. Así que desaparecí con la ilusión de estar nuevamente en mi mundo, aparecí en una de las calles cerradas de Hogsmeade, era un lugar en donde también habitaban muggles, y debíamos aparecer con precaución, además de que el hecho de aparecer en un lugar donde habían más magos me evitaba el problema del rastreador, o al menos ese era uno de los rumores que circulaba en los pasillos de la escuela.
Comencé a caminar sin rumbo fijo, pateaba una piedrita con el zapato para intentar despejar mi mente y que mi lado positivo y optimista me inundara nuevamente por mi cuerpo, pero no había nada que le distrajera, al menos hasta que a lo lejos deslumbro una hermosa silueta salir de Tiros Largos, era una chica alta, quizá solo unos cinco o seis centímetros más baja que yo, pero con unas piernas de infarto. Caminaba con gracia y estilo, sin notarlo me encontraba siguiéndola, mirando su mover de caderas hipnotizado como cada vez que miraba un par de piernas dignas de ver. Inconscientemente estaba arreglando mi cabello y caminando más rápidamente para poder llegar y hablar con la chica de piernas largas y de un segundo para otro ella se encontraba en el suelo, con varias cajas esparramadas a su alrededor y con su hermoso pie atorado en una grieta. No tarde en correr para poder llegar hacia donde se encontraba la chica, y auxiliarla, pero al acerarse note que era una de mis compañeras de escuela, un año menor y de casa de Slytherin. No hubo duda en mis piernas, siguieron corriendo hasta llegar donde estaba la serpiente. – ¿Estas bien?– dije mientras con delicadeza sacaba su pie de la grieta, se veía rasgado el pantalón y con una cortada larga, le tendí la mano esperando a que la tomase, o al menos teniendo la esperanza de que lo hiciera, ya que ella era Vanity, una de las chicas sangre pura con las que ya había recibido varios insultos en el pasado.
Había decidido salir de mi casa para no preocupar a mis mujeres más, me había acercado a uno de los callejones cercanos a mi casa para poder desaparecer sin que ningún muggle lo notara, si, desaparecer, porque a pesar de que tenía una escoba en casa– de segunda mano– modesta y rudimentaria, nunca había sido muy bueno montando en la escoba, siempre terminaba mareado, vomitando o con turbulencias innecesarias para mi corazón asustadizo de las alturas. Así que desaparecí con la ilusión de estar nuevamente en mi mundo, aparecí en una de las calles cerradas de Hogsmeade, era un lugar en donde también habitaban muggles, y debíamos aparecer con precaución, además de que el hecho de aparecer en un lugar donde habían más magos me evitaba el problema del rastreador, o al menos ese era uno de los rumores que circulaba en los pasillos de la escuela.
Comencé a caminar sin rumbo fijo, pateaba una piedrita con el zapato para intentar despejar mi mente y que mi lado positivo y optimista me inundara nuevamente por mi cuerpo, pero no había nada que le distrajera, al menos hasta que a lo lejos deslumbro una hermosa silueta salir de Tiros Largos, era una chica alta, quizá solo unos cinco o seis centímetros más baja que yo, pero con unas piernas de infarto. Caminaba con gracia y estilo, sin notarlo me encontraba siguiéndola, mirando su mover de caderas hipnotizado como cada vez que miraba un par de piernas dignas de ver. Inconscientemente estaba arreglando mi cabello y caminando más rápidamente para poder llegar y hablar con la chica de piernas largas y de un segundo para otro ella se encontraba en el suelo, con varias cajas esparramadas a su alrededor y con su hermoso pie atorado en una grieta. No tarde en correr para poder llegar hacia donde se encontraba la chica, y auxiliarla, pero al acerarse note que era una de mis compañeras de escuela, un año menor y de casa de Slytherin. No hubo duda en mis piernas, siguieron corriendo hasta llegar donde estaba la serpiente. – ¿Estas bien?– dije mientras con delicadeza sacaba su pie de la grieta, se veía rasgado el pantalón y con una cortada larga, le tendí la mano esperando a que la tomase, o al menos teniendo la esperanza de que lo hiciera, ya que ella era Vanity, una de las chicas sangre pura con las que ya había recibido varios insultos en el pasado.
A. Ethan Bell- Prefecto de Hufflepuff
Re: What Could You Know? — Ethan Bell.
La suerte parecía estar en contra de Vanity aquella tarde, con un ligero bufido se quedó quieta en la posición de su caída intentando con todas sus fuerzas no verse aún más torpe de lo que lucía, estaba segura de que si por azares del destino alguno de sus compañeros se encontraba cerca, las risas estallarían sin lugar a dudas, usualmente así sucedía, ella no dudaba en hacer mofa de los accidentes ajenos, por los que estaba casi al cien segura de que de igual manera alguien llegaría a aprovechar la oportunidad de hacer uno o dos chistes acerca de ello, "¿No que eras perfecta Vanity?" la vocecilla de su cabeza tarareaba una y otra vez aquella frase, nunca le había parecido tan molesta una caída, pero claro ahora con todas las cajas a su alrededor y una punzada terrible en el pie, fácilmente la joven podía decir que no era su día, definitivamente, un bufido salió nuevamente de sus labios al escuchar una risa un tanto chillona, girando rápidamente la cabeza reconoció a una chica un curso más abajo que ella, sabía que no pertenecía a Slytherin, puesto que al cruzarse en los pasillos, usualmente bajaba la cabeza, pero ahora que tenía a su madre Emma sabía que se sentía completamente segura, la miró por unos cuantos momentos más antes de volver a fijar la vista en sus manos, ya tendría tiempo de arreglar cuentas una vez que la niña no estuviera refugiada tras las faldas de su madre.
Siseó al mover ligeramente el pie y se mordió el labio al mismo tiempo que intentaba un movimiento más brusco sin demasiado éxito, estaba acostumbrada a los golpes, el Quidditch le había patrocinado bastantes, acompañados de cicatrices, pero no encontraba una manera apropiada de mover el píe para poder sacarlo de aquella grieta, bendita agilidad que poseía la muchacha. Se encontraba tan absorta en sus propios regaños mentales, que el delicado tirón que le dieron la tomó por sorpresa, se giró quizá de una manera más brusca de la necesaria y su mirada se encontró con la de un joven que conocía bastante bien, o al menos de vista, podría decirse.
Ethan Bell era prefecto de la casa de Hufflepuff, séptimo curso, de igual manera de procedencia muggle, sabía la reputación que el joven sostenía frente a sus compañeros de casa, por lo cual las pocas palabras que había llegado a cruzar con él habían sido insultos llenos de cizaña, miradas despectivas y había días en los que la joven se sentía con suerte que podía pasar cerca de él e ignorarlo completamente, más aquello solo sucedía si se encontraba sola, pues la saña con él joven había aumentado cuándo el mismo comenzó a defenderse a puñetazo limpio, algo que no admitiría pero encontraba inclusive fascinante, lo miró durante unos segundos sin saber que responder ante la pregunta, carraspeó de una manera casi queda y le tendió la mano quizá con un poquito más de amabilidad que la que hubiera utilizado si se encontrasen en el Colegio.
— ¿Parece que estoy bien? — su voz con un tono frío y su mano temblando al tomar la del contrario buscando soporte tomándolo con ambas para evitar volver a caer — Gracias Bell, fue muy... civilizado de tu parte — finalizó mirándolo a los ojos sin cambiar la expresión del rostro — Espero no creas que con esto te has vuelto un caballero de armadura brillante — comentó con seriedad, dejando que un atisbo de sonrisa asomase por sus comisuras, Vanity todavía no caía en cuenta que seguía sosteniéndole la mano.
Siseó al mover ligeramente el pie y se mordió el labio al mismo tiempo que intentaba un movimiento más brusco sin demasiado éxito, estaba acostumbrada a los golpes, el Quidditch le había patrocinado bastantes, acompañados de cicatrices, pero no encontraba una manera apropiada de mover el píe para poder sacarlo de aquella grieta, bendita agilidad que poseía la muchacha. Se encontraba tan absorta en sus propios regaños mentales, que el delicado tirón que le dieron la tomó por sorpresa, se giró quizá de una manera más brusca de la necesaria y su mirada se encontró con la de un joven que conocía bastante bien, o al menos de vista, podría decirse.
Ethan Bell era prefecto de la casa de Hufflepuff, séptimo curso, de igual manera de procedencia muggle, sabía la reputación que el joven sostenía frente a sus compañeros de casa, por lo cual las pocas palabras que había llegado a cruzar con él habían sido insultos llenos de cizaña, miradas despectivas y había días en los que la joven se sentía con suerte que podía pasar cerca de él e ignorarlo completamente, más aquello solo sucedía si se encontraba sola, pues la saña con él joven había aumentado cuándo el mismo comenzó a defenderse a puñetazo limpio, algo que no admitiría pero encontraba inclusive fascinante, lo miró durante unos segundos sin saber que responder ante la pregunta, carraspeó de una manera casi queda y le tendió la mano quizá con un poquito más de amabilidad que la que hubiera utilizado si se encontrasen en el Colegio.
— ¿Parece que estoy bien? — su voz con un tono frío y su mano temblando al tomar la del contrario buscando soporte tomándolo con ambas para evitar volver a caer — Gracias Bell, fue muy... civilizado de tu parte — finalizó mirándolo a los ojos sin cambiar la expresión del rostro — Espero no creas que con esto te has vuelto un caballero de armadura brillante — comentó con seriedad, dejando que un atisbo de sonrisa asomase por sus comisuras, Vanity todavía no caía en cuenta que seguía sosteniéndole la mano.
Emma G. Vanity- Estudiante de Slytherin
Re: What Could You Know? — Ethan Bell.
Intente no poner una cara de asombro al notar que la chica tomaba mi mano, a decir verdad esperaba que me lanzara una sarta de insultos y hechizos por el atrevimiento de hablarle y además tocarla. No solo por el obvio hecho de ser un hijo de muggles, sino porque los insultos de sus adorables compañeros siempre eran recibidos muy bien por mis puños sobre sus rostros. Nunca había tenido ningún incidente con ella, casi siempre me ignoraba y a decir verdad yo no podía dejar de mirarla, era tan diferente a las demás chicas que era imposible no admirar su belleza, al menos cuando estaba lejos de mí, que era todo el tiempo.
Al escuchar su respuesta me di varios golpes mentales, era obvio que no estaba bien y lo único que había logrado era una oportunidad perfecta para que utilizara ese particular sarcasmo sobre mí, y con este gesto mi lado orgulloso podía haberla dejado en el suelo para que se levantase como pudiera, pero el notar como temblaban sus manos lo único que hizo fue que me propusiera el no dejarla hasta que estuviera con la pierna bien.–Pues no estás en tu mejor día, pero podrías estar peor.– dije mientras la sostenía con firmeza, sentía que podía caerse de un momento a otro si no lo hacía. – Soy una persona civilizada la mayor parte del tiempo Vanity, si me dieras la oportunidad te lo podría demostrar.
Sonreí ampliamente mientras la miraba, aun no podía creer que estuviese teniendo una charla con ella tan plácidamente, pero cuando no estaba con sus matones compañeros era hasta graciosa.–Los caballeros nunca fueron mi modelo a seguir, pero puedo ser un príncipe encantador si es que lo deseas.– Sus manos aún se encontraban unidas, y por más raro que pareciera no hubo explosiones ni se presentó ninguna enfermedad en la piel como todos los puristas decían.–Por más que lo intentes ocultar creo que esa herida duele demasiado, sinceramente no creo que vayas a poder caminar, tendremos que encontrar una solución al problema.– dije mientras tomaba sus manos y las colocaba alrededor de mi cuello, agacharme solo un poco y poner mis brazos justo detrás de sus rodillas para poder cargarla frente a mi.– Tuviste suerte el día de hoy, estoy desocupado ¿Hacia dónde camino?.– comente mientras pensaba como cargar con sus cajas sin usar mi varita o mis manos.
Al escuchar su respuesta me di varios golpes mentales, era obvio que no estaba bien y lo único que había logrado era una oportunidad perfecta para que utilizara ese particular sarcasmo sobre mí, y con este gesto mi lado orgulloso podía haberla dejado en el suelo para que se levantase como pudiera, pero el notar como temblaban sus manos lo único que hizo fue que me propusiera el no dejarla hasta que estuviera con la pierna bien.–Pues no estás en tu mejor día, pero podrías estar peor.– dije mientras la sostenía con firmeza, sentía que podía caerse de un momento a otro si no lo hacía. – Soy una persona civilizada la mayor parte del tiempo Vanity, si me dieras la oportunidad te lo podría demostrar.
Sonreí ampliamente mientras la miraba, aun no podía creer que estuviese teniendo una charla con ella tan plácidamente, pero cuando no estaba con sus matones compañeros era hasta graciosa.–Los caballeros nunca fueron mi modelo a seguir, pero puedo ser un príncipe encantador si es que lo deseas.– Sus manos aún se encontraban unidas, y por más raro que pareciera no hubo explosiones ni se presentó ninguna enfermedad en la piel como todos los puristas decían.–Por más que lo intentes ocultar creo que esa herida duele demasiado, sinceramente no creo que vayas a poder caminar, tendremos que encontrar una solución al problema.– dije mientras tomaba sus manos y las colocaba alrededor de mi cuello, agacharme solo un poco y poner mis brazos justo detrás de sus rodillas para poder cargarla frente a mi.– Tuviste suerte el día de hoy, estoy desocupado ¿Hacia dónde camino?.– comente mientras pensaba como cargar con sus cajas sin usar mi varita o mis manos.
Última edición por A. Ethan Bell el Mar Ene 06, 2015 1:59 am, editado 1 vez
A. Ethan Bell- Prefecto de Hufflepuff
Re: What Could You Know? — Ethan Bell.
Realmente no podía creer lo que estaba haciendo en aquel momento, bajar la guardia de manera tan sencilla debería de haber sido razón suficiente para que en aquel momento comenzase a tratarlo cómo lo trataban sus demás compañeros de clase, pero en aquel momento, mirándolo frente a frente y que este no hubiese aprovechado la situación para cobrarse todas las que sus compañeros de casa le habían hecho, cayó en cuenta de que no le apetecía ser una verdadera arpía, mucho menos en aquel estado, pues ciertamente no le convenía para nada, intentó calmar su mente repitiendo una y otra vez que solamente era una persona, intentaba que el corazón no se le acelerase con el miedo constante de ser descubierta fraternizando con un sangre sucia, no podía permitirse eso y mucho menos ahora que aquellas discusiones se encontraban en el punto más alto, no podía ser vista como aliada de los no merecedores a la magia, tan solo de imaginar que es lo que su madre podría llegar a pensar de aquella situación le ponía los pelos de punta.
Frunció ligeramente el ceño al escuchar la respuesta del contrario y se limitó a mirarle detenidamente, deteniendo la mirada en cada facción de su rostro cómo si se tratase de la primera vez que le miraba, de cierta forma era así, pues estaba tan acostumbrada a ignorarle o pasarlo por alto, que en aquellos momentos sentía firmemente que estaba tratando con un completo desconocido sin importar cuánto lo hubiese insultado en el pasado — No quiero imaginar cuál es mi mejor día a tu modo de ver — murmuró sintiendo el tacto firme del castaño, el cual le llenó de nerviosismo de nueva cuenta, realmente esperaba que nadie estuviese cerca — Lamento decir que me cuesta mucho trabajo creer que eres civilizado, cuándo casi diario envías a mis compañeros de casa con Pomfrey — comentó con una risa seca, acomodándose la cabellera obscura sobre el hombro izquierdo.
La sonrisa tan amplia que le dedicó el joven la descolocó un poco, las sonrisas anchas que llegaban a iluminarte inclusive los ojos no eran familiares para la muchacha, quizá en contadas ocasiones había logrado sacar alguna a sus compañeros de casa, pero no sucedía a menudo, la reputación de Slytherin casi siempre tenía justas razones de ser, a pesar de que amistades buenas pudiesen encontrarse allí, la muestra en exceso de sentimientos, no era algo que se viese con frecuencia, por lo cual inclusive ella se sorprendió al corresponderle la sonrisa — Siento la decepción Bell, pero el concepto de príncipe encantador no lo tengo dominado, pero si lo eres quizá no sea algo tan bueno — respondió con media sonrisa, bajando la mirada hacia sus zapatos, todavía tenía que arreglárselas para regresar a casa, o al menos encontrar un sitio en el que estar hasta que el dolor se calmase.
Un suave jadeó salió de sus labios al sentirse levantada por el castaño y se mordió el labio fuertemente para evitar que de su boca saliese un insulto poco apto para una señorita, sin embargo no se movió, se quedo sumamente quieta hasta que Ethan terminó de pronunciar sus últimas palabras — ¿Yo tuve suerte? — preguntó un tanto exaltada mientras intentaba recobrar el tono indiferente de voz — La suerte la has tenido tú — comentó sujetando con fuerza la playera del contrario para no caerse — A dónde te apetezca, no creo tener mucho control de la situación ahora — finalizó con una mueca de evidente incomodidad.
Frunció ligeramente el ceño al escuchar la respuesta del contrario y se limitó a mirarle detenidamente, deteniendo la mirada en cada facción de su rostro cómo si se tratase de la primera vez que le miraba, de cierta forma era así, pues estaba tan acostumbrada a ignorarle o pasarlo por alto, que en aquellos momentos sentía firmemente que estaba tratando con un completo desconocido sin importar cuánto lo hubiese insultado en el pasado — No quiero imaginar cuál es mi mejor día a tu modo de ver — murmuró sintiendo el tacto firme del castaño, el cual le llenó de nerviosismo de nueva cuenta, realmente esperaba que nadie estuviese cerca — Lamento decir que me cuesta mucho trabajo creer que eres civilizado, cuándo casi diario envías a mis compañeros de casa con Pomfrey — comentó con una risa seca, acomodándose la cabellera obscura sobre el hombro izquierdo.
La sonrisa tan amplia que le dedicó el joven la descolocó un poco, las sonrisas anchas que llegaban a iluminarte inclusive los ojos no eran familiares para la muchacha, quizá en contadas ocasiones había logrado sacar alguna a sus compañeros de casa, pero no sucedía a menudo, la reputación de Slytherin casi siempre tenía justas razones de ser, a pesar de que amistades buenas pudiesen encontrarse allí, la muestra en exceso de sentimientos, no era algo que se viese con frecuencia, por lo cual inclusive ella se sorprendió al corresponderle la sonrisa — Siento la decepción Bell, pero el concepto de príncipe encantador no lo tengo dominado, pero si lo eres quizá no sea algo tan bueno — respondió con media sonrisa, bajando la mirada hacia sus zapatos, todavía tenía que arreglárselas para regresar a casa, o al menos encontrar un sitio en el que estar hasta que el dolor se calmase.
Un suave jadeó salió de sus labios al sentirse levantada por el castaño y se mordió el labio fuertemente para evitar que de su boca saliese un insulto poco apto para una señorita, sin embargo no se movió, se quedo sumamente quieta hasta que Ethan terminó de pronunciar sus últimas palabras — ¿Yo tuve suerte? — preguntó un tanto exaltada mientras intentaba recobrar el tono indiferente de voz — La suerte la has tenido tú — comentó sujetando con fuerza la playera del contrario para no caerse — A dónde te apetezca, no creo tener mucho control de la situación ahora — finalizó con una mueca de evidente incomodidad.
Emma G. Vanity- Estudiante de Slytherin
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