A veces no es lo que parece — Heaven McLean.

El corazón le latía demasiado rápido y parecía que en cualquier momento se le saldría del pecho, Remus no se encontraba realmente seguro de que estar allí fuera una buena idea, más bien en aquellos momentos se recriminaba el haberle hecho caso a James en todo esto, y no por que Heaven no le atrajese hasta cierto punto si no más bien por que no se permitía admitirlo en voz alta, y mucho menos quería que su amigos estuviese en el plan de "Siempre tengo la razón" durante una buena temporada, la cosa era, que se arrepentía infinitamente de haberle dicho a Potter que encontraba a Heaven atractiva, no por que se arrepintiera de ello, pues todavía lo pensaba, aun más cuando la miraba tan concentrada en la biblioteca o durante clases, si no por que no queria lastimarle, no quería hacerle creer que habría una oprtunidad, pues el romance no estaba en sus planes, o al menos no hasta que pudiese aceptarse del todo a si mismo, que realmente se quisiese primero.

Pero todo aquello no importaba en aquellos momentos, pues se encontraba en una de las pequeñas sillas, en relación a su altura, de La Tienda de Té de Madamé Tudipié jugueteando con uno de los bordes de la melosa servilleta de encaje que tenía frente a él, respirando pesadamente intentado contener sus nervios, la idea de citarla en Tudipié ni siquiera había sido suya, fueron sus amigos quienes lo habían pensado, "A las chicas les gusta la Tienda de Té, tiene un ambiente romántico que te facilitará todo Lunático", y como el noventa y nueve por ciento de las veces les había hecho caso, Remus terminaba pensando que aunque no quisiese que la pelirroja se diese la idea equivocada estaba haciendo bastante para causar una buena impresión, el cabello usualmente alborotado hacía cualquier dirección posible se encontraba aunque fuese un poco domesticado y el suéter no colgaba sobre sus hombros de manera cómica, y aunque se repitiese una y mil veces que no dejaría que esto saliese de las normas de una salida amistosa, Remus Lupin no sabía si encontraría las palabras para decírselo.

No sabía con exactitud cuanto había pasado desde que llegó hasta aquel momento, todavía jugueteaba con la servilleta y de igual manera había procedido a hacer lo mismo con el mantel, afortunadamente no tenía los nervios a flor de piel como anteriormente, pero aquello no duró mucho, pues al escuchar el tintineo de la puerta de entrada logró que cada sentido que poseía se pusiese a alerta, aquella iba a ser una tarde un tanto... interesante.

Quizá había sido demasiado aquello de ir a Tudipié, probablemente a Heaven ni siquiera le gustase el ambiente tan romántico que se desprendía cada poro aquel lugar, pero cómo siempre el poder de convencimiento de sus amigos había podido con él, y debido a la poca experiencia que Remus Lupin tenía con el sexo opuesto había accedido inclusive un tanto emocionado a citarla allí, en dónde los querubines cantaban tonadas melosas y el aroma que se respiraba era demasiado meloso para el gusto, pero se encontraba allí, y no había nada que pudiese hacer, quizá, con un poco de suerte la pelirroja terminaría diciendo que aquel era el lugar perfecto para un encuentro a solas, esperaba que así fuese.

Todo aquello cruzó su mente apenas la miró entrar y no pudo evitar que una sonrisa se asomase por sus labios, y con movimientos un tanto torpes se puso de pie, costumbres que su padre le había enseñado durante uno de los veranos que pasaba en casa, al castaño le fue imposible separar la vista de la joven en el corto trayecto de la entrada hasta la mesa que había elegido, y en aquellos momentos de igual manera no dejó de sonreírle de manera amable.

Escuchó su voz y negó repetidamente con la cabeza y se encogió ligeramente de hombros intentando restar importancia a algo como el tiempo, en realidad la paciencia de Remus era impresionante, y nunca notaba los retardos, o al menos no los tomaba demasiado en cuenta — Ni lo menciones, no ha sido nada — respondió amablemente inseguro de acercarse a ella, las manos le sudaban y el pulso se aceleraba, estaba inseguro de realizar cualquier movimiento, se armó de valor y se acercó a ella, una sonrisa dibujada en los labios y como gesto de caballerosidad abrió la silla para que la pelirroja se sentase, acontinuación con pasos torpes regresó al lugar que antes había ocupado, pero está vez olvidándose completamente de la servilleta con la que había estado jugueteando e intentando centrar toda su atención en ella.

— ¿Cómo has estado Heaven? — preguntó de manera amable mientras se pasaba una mano por la cabellera castaña — Espero te guste el lugar, mis amigos me han insistido que es un buen sitio, nunca había venido — balbuceó sintiendo el color subir hasta su rostro.